30 de abril de 2009

Comunicación epistolar

Ayer, el amigo Ariel publicó una encendida carta de Juan a su amada Victoria y dejó flotando la idea de quien quisiera escribiera una posible respuesta. Como no pude son mi genio, le envié un texto que no sólo le agradó sino que tuvo la generosa amabilidad de publicarlo hoy en su blog.

Como surgió la idea de publicar las cartas en ambos sitios dándole cada uno una introducción propia, transcribo ambas a continuación ante las eventuales perezas de los visitantes que quieran ahorrar clicks en los respectivos links.

Encontrarán entonces, a una Victoria que contesta como mujer real con quien su amante encontrara el éxtasis pero también como esa mujer anhelada desde lo inmaterial que significa alcanzar la gloria. Gloria y éxtasis, tan diferentes y tan iguales según quien los alcance.

Victoria:
Te escribo desde el tren. Un tren que yo amaba, con canciones recordándolo, y que ahora me parece el principio del exilio, al que me obligaste cuando cerraste tu ventana ante mi.
Se que hay muchas cosas que no puedo darte. Mis limitaciones vienen de siglos y de las sombras, cada vez mayores en mi alma.
Sombras que yo no puse, pero que dejé entrar irremediablemente, y ahora no tengo como expulsarlas, como exorcizar mi alma de mi propio espíritu derrotado.
Con el tiempo se que vas a comprender, que el no hacer nada fue hacer mucho, mucho más de lo que podía. Quizás pequé de ingenuo, quizás aún no aprendí mi verdadero valor, poco o mucho, pero el verdadero, el que yo sé que es real, y no el del grupo de aduladores que me suben a un pedestal para mantenerme lejos, atado a otra realidad. Pero no es de excusas de lo que quería hablarte... si a esto puede llamársele hablarte.
Cerraste tu ventana y mi entrada a tu mundo. Me dejaste fuera, retorciéndome los dedos de las manos en un ademán nervioso, respirando frío y viendo la tormenta acercarse, solo, sin refugio. Pensaste que eso era mejor a lo que tenía para darte. Y guardaste tus sonrisas para otra vez, tu música en el desván sin color de la soledad, y te llevaste tus dibujos donde no hay luz.
Y así me vi privado de todo, entendiéndote, suspirando con resignación, aclarándome la garganta para decir algo que no dije, y que no iba a cambiar nada de todas formas.
Quisiera alguna vez volver, que me dejes pasar nuevamente, tomar algo caliente luego del crudo invierno que me espera, y volver a hacerte reír. Se que es poco, quizás, pero tu risa siempre fue música para mi alma. La misma que descubrimos mutuamente el uno del otro, la misma que calló en el presagio de otoño al cerrarse tus ojos.

Juan


Juan:
Recibí tu carta y tus encendidas palabras hicieron que se me helara el alma. ¡Vaya paradoja ante tanta pasión de la tuya en carne viva!
Sabías, aún antes de que me fijara en tí, que me correspondía el rol de la dama esquiva de las novelas románticas del siglo XVIII y que ante la aparición de un caballerotal vez más joven, tal vez más apto, tal vez más apuesto, iba a cambiar la dirección de mi mirada si no me conquistabas día a día, hora a hora, segundo a segundo. Está en mi esencia y lo aceptaste desde el momento mismo en que iniciaste tu camino de seducción.
Sabías del riesgo que asumías cuando aceptaste al grupo de obsecuentes que necesitaban colocarte en ese frágil pedestal del que ellos mismos te bajarían a pedradas cuando ya no quedaran satisfechos sus ruines intereses contigo en ese lugar.
Cambiaste mi mirada, a veces dura, a veces tierna, por sus ensordecedores cantos de sirenas que impidieron que me oyeras cuando susurraba mis apasionadas palabras a tu oído.
Porque, quiero que lo sepas, yo te amé con locura. Me sedujeron tu impronta, tu garbo, tu forma de llamar mi atención y tu mirada febril de amante que llega al borde de la desesperación en el instante previo a que su amada le corresponda.
Y no te equivoques: hoy cerré mi ventana, pero el acceso a mi mundo sigue tan abierto como el primer día en que te fijaste en mí. Depende de tí, y tan sólo de tí, que yo cierre la ventana por la que ahora me dejo observar y vuelva a recibir los cálidos rayos de tu luz a través de la que te corresponde.
Y sólo en tu corazón se encuentra la llave que destraba este cerrojo, tan fuerte hoy y tan débil cuando es tu momento. Hurgando en él encontrarás las señales que dejé en tí para que supieras que mi risa y mi mirada siguen disponibles para tí para cuando te decidas a tomarlas nuevamente
Victoria

29 de abril de 2009

No estás solo, sabelo

Este post está dedicado a todo aquel que atraviese un momento en el cual necesite sentir que una voz amiga le dice algo como esto.



Aunque te abraces a la luna,
aunque te acuestes con el sol
no hay mas estrellas que las que dejes brillar,
tendra el cielo tu color
No estés solo en esta lluvia
no te entregues por favor.
Si debes ser fuerte en estos tiempos
para resistir la decepcion
y quedar abierto, mente y alma,
yo estoy con vos.
Si te hace falta quien te trate con amor
si no tenés a quien brindar tu corazon
si todo vuelve cuando mas lo precisas
nos veremos otra vez.
No estés sola en esta lluvia
no te entregues por favor.
Si debes ser fuerte en estos tiempos
para resistir la decepcion
y quedar abierta, mente y alma,
yo estoy con vos.
Si te hace falta quien te trate con amor
si no tenés a quien brindar tu corazon
si todo vuelve cuando mas lo precisas
nos veremos otra vez.

27 de abril de 2009

Toco y me voy


No sin antes agradecer el acto de generosidad extrema pergreñado por Clau, paso a cumplir la consigna que viene adosada a la gratificación recibida: Compartir el premio con ocho blogs y contar ocho de mis sueños. Allá vamos...

Empiezo con los blogs. Como toda selección de un número determinado de elementos de un conjunto que contiene un número mucho mayor de ellos la selección será arbitraria y totalmente sesgada por los estados del ánimo y de la memoria en el momento de hacerlo.

Hecha la aclaración, hecha la lista:

Uno de los primeros que leí y comenté: un maldito aparato que no arranca
La desnudez de un astro administrado por quien siempre tiene una palabra de aliento.
El de alguien que no anda perdonando por ahí, pero conmigo hace excepciones (si no lo hiciera le cortaría los víveres... je!)
Un lugar iluminado de alguien con quien no comparto su gusto futbolero pero me encanta lo que escribe
No tendrá nombre pero se la re banca
El carburador de una máquina que no sé por qué me hace añorar el tiempo en que tenía su edad
Una década más que interesante y un autor más interesante aún
El espejo de una madraza aunque parece ser que a veces anda medio colgada

Y lo más difícil, lo que de alguna manera puede desnudar el alma: los sueños. El orden no hace a la importancia ni nada que se le parezca, es como salen nomás

- Pasar una Navidad en Nueva York
- Conocer la Antártida
- Que mis hijas sean excelentes personas
- Que mi viejo me acompañara de una forma más terrenal y no desde el Cielo
- Que toda la droga del mundo desapareciera perdiéndosele en el orto a cada uno de los productores y los dealers de esta Tierra
- Nunca perder la memoria
- Recorrer Argentina
- Que quienes quiero no me olviden a pesar de todos los esfuerzos qeu yo haga para que lo logren.

En fin, voy a buscar un poco de ropa y a pensar algún otro post.

Saludos.

24 de abril de 2009

”Formemos jóvenes buenos …


La expectativa que generaba el primer día de clases del primer año en el Colegio Nacional de Banfield es, aún hoy, indescriptible.

Recuerdo que la mayoría de los nuevos compañeros y compañeras eran desconocidos excepto por algún par heredado de la Escuela primaria. A todos nos pasaba lo mismo y en algún punto era una experiencia excitante el intento de adivinar si aquella chica o chico que vimos al dar el examen de ingreso o al asistir a la asignación de divisiones iba a resultar una o uno de quienes formarían parte de ese grupo que se iniciaba prácticamente de la nada y que terminaría (claro que a esas alturas nadie lo imaginaba) siendo una amalgama de sentimientos, emociones, lealtades, defensas, e incondicionalidades indisolubles, en el cara a cara de cada día a día posterior al egreso y en el corazón con los años que siguieron.

El Colegio estaba ubicado a dos cuadras de la estación Banfield de la línea Roca de trenes, del lado Oeste de esa ciudad tal como la separan las vías del ferrocarril, las que no sólo habían logrado implantar esa denominación según los puntos cardinales, sino que sin duda eran responsables de que se construyera la antigua casona de estilo inglés para usufructo de algún empleado británico jerarquizado, que el tiempo y un par de educadores visionarios se habían encargado de convertir en sede del CONABA.

En ese momento la planta baja del edificio original albergaba 2 cursos: 1ro. 1ra y 5to. 2da.. Se accedía atravesando un recibidor que tenía una pesada puerta de madera con vitraux y rejas negras al frente y una doble puerta cancel con vidrios partidos biselados para acceder al hall principal, no sin antes atravesar un patio al frente que lo único que no venía con la casa era el mástil, a la derecha del acceso, y el cartel con el nombre del colegio en el techo a cuatro aguas que guarecía el portón de la vereda.

Definitivamente, el aula que correspondía a nuestro curso no era recomendable para personalidades paranoicas. Estaba armada en el viejo comedor del chalet, con sendas puertas de vidrios partidos que daban al hall principal. La más cercana a la calle estaba clausurada por una línea de pupitres y la más cercana al patio era el acceso a la división. Claro está, que ambas aberturas no tenían cortinas y toda persona que esperaba ser atendida en rectoría o en secretaría se distraía observando que hacían esos chicos tan modositos y nuevitos en el Colegio. Como si eso fuera poco, la arcada que daba continuación al extremo del comedor y le permitía culminar en un bow window al frente estaba cerrada por una placa de madera que hacía las veces de pared divisoria del aula con la Secretaría. Todo esto, pintado de negro y beige.

Madera y negro. Triste combinación para que cada golpe de tiza fuera registrado por algún administrativo y la diversión básica de todo adolescente en época escolar se viera interrumpida en un lapso de tiempo ínfimo.

Claro que de todo esto nos daríamos cuenta con el tiempo. Ese primer día, bien temprano, apenas tuvimos tiempo de ver la escalera de mármol, hierro y madera que completaba el hall, la puerta que separaría nuestra aula de la de quinto, la sala de profesores, la cocina-kiosko, el busto de Sarmiento sobre el amplio hogar de leña, la preceptoría y su estrecha escalera que tantas veces nos llevaría al altillo. Sólo veíamos el patio como objetivo con las aulas nuevas y el mástil principal, donde formamos por primera vez y nos dieron la bienvenida.

También ese primer día conoceríamos la frase rectora del CONABA, que aún hoy me sigue pareciendo maravillosa…



Foto: de Micaela Ganzo en el grupo Colegio Nacional de Banfield de Facebook