18 de mayo de 2009

Hasta siempre, Don Mario

Este blog sigue de luto unos días más. Qué le vamos a hacer, ya la mesa de truco está quedando chica allá arriba y en cualquier momento arman el torneo.

8 de mayo de 2009

09/05/2009

Hoy hace cinco años que cambiaste de barrio y te extraño un montón. Y ni te cuento lo que te extrañan tus nietas. Si bien no fueron muy asiduos los encuentros, sí fueron intensos y, en algún punto, no estoy haciendo tan mal eso de transmitir valores, principios y recuerdos como vos lo hacías conmigo.

Eras bastante parco para exteriorizar tus sentimientos más profundos -cuanto más fuertes, más difícil de te era sacarlos afuera- pero ese brillo en los ojos te delataba. No hace mucho la vieja me pasó una nota que escribiste cuando nació Milagros y mostraste la hilacha por completo.

Considero que no me quedaron asignaturas pendientes contigo a la hora de las palabras, los abrazos, los “te quiero”. Te di todos los que me salieron y pedí y recibí todos los que vinieron de vos.

A menudo me gustaría poder conversar con vos sobre lo que me pasa, escuchar tu punto de vista tan particular y tan ecuánime que me enseñaste a tener sobre las cosas y que tanta falta me hace rescatar en tiempos de revoltijos y oscuridad. Pero como me dijo hace un tiempo una monjita del Colegio de Pilar, en esos momentos escucho lo que me dirías si estuvieras del otro lado del teléfono o de la mesa.

En fin, expresar mi admiración por vos, agradecerte absolutamente todo lo que me diste o hiciste por mí no es para nada necesario porque sé que lo sabés. Pero tal vez no se lo haya hecho saber a mucha gente que hoy quiero que lo sepa y que no me cabe ninguna duda que si se hubieran cruzado con vos alguna vez por estos lares pensarían igual.

Estás en mi corazón y en el de tus nietas y nada ni nadie te va a sacar de ahí.

5 de mayo de 2009

"...si saben, mejor"

El profesor Eugenio Sarraiz Allier, todavía rector del CONABA nos dio la bienvenida.

- Buenos días, alumnos.

- Buenos días, Señor Rector.

Y ahí nomás comenzó con su discurso de inicio de clases. Sus palabras conteniendo todas las sentencias de rigor para esos casos se han borrado de mi memoria que evidentemente estaba prestando más atención a otros aspectos que mostraba el patio esa mañana los cuales sí recuerdo todavía.

La fila que me correspondía ya presagiaba lo que luego en el aula se confirmaría: la desproporción entre la cantidad de varones y mujeres ese primer año era absoluta: ellas se imponían cómodamente 25 a 8, lo que en cierto punto no dejaba de resultar interesante a la hora de pensar al grupo como una manada. Más aún si se tiene en cuenta que salvo irremediables excepciones las chicas más lindas le habían correspondido a ese “1ro. 1ra.” en el reparto. O al menos eso pensábamos los chicos.

- En el reparto salimos beneficiados –dijo Darío casi dándose vuelta, lo cual todavía se asumía como un riesgo de reto por parte del preceptor (preceptora, en nuestro caso).

-Así parece. –Contesté.

La aparición de Diana, nuestra preceptora a mi lado me paralizó lo justo y necesario como para volver a escuchar al rector justo cuando expresaba

- …por eso, el lema del Colegio Nacional de Banfield es “Formemos jóvenes buenos, si saben, mejor”

Entre el deslumbramiento por la sonrisa de Diana, la preceptora más joven y bonita del staff, y el ser muy “tiernito” -como decía mi viejo- no me permitió medir el alcance de semejante postulado.

Terminado el acto de inicio de clases nos dirigimos al aula que nos correspondía y, entre lento y demasiado respetuoso, terminé sentado en un banco de la segunda línea de una fila corta que ocupaba el espacio que generaba un bow window que daba al patio lateral de la casona y que para las diez de la mañana dejaba pasar a través de sus vitreaux el cálido sol de marzo.

Una de las horas de clases de ese día resultó libre, lo cual permitió que de una manera más caótica que organizada fuéramos conociendo las identidades de quienes estaban más o menos cerca en las ubicaciones.
Entonces, alguien dijo

- Ya que nos vamos conociendo pongámonos de acuerdo en algo. Nunca nos vamos a referir al otro por el apellido, vamos a llamarnos siempre por el nombre, Lo del apellido quedó para la primaria ¿Sí?.

Y así fue nomás. Aún hoy vale ese principio.

Y cómo me gustaría que hoy más colegios contaran con docentes como el profesor Allier que hicieran valer eso de las buenas personas por sobre los conocimientos que puedan adquirirse en una etapa como es la de la educación secundaria.