18 de febrero de 2009

Adolescencia en proceso

Vivir la adolescencia dentro del período de tiempo que duró el llamado “Proceso de Reorganización Nacional” tuvo sus vicisitudes. Mucho tenía que ver de qué lado del campo de juego te había dejado la historia familiar y el entorno social en que se desarrollaba tu vida.

A mi familia le tocó quedar en el lugar en que quedó la mayoría de los argentinos de clase media sin allegados de confianza que tuvieran una militancia política comprometida de tal manera que los hiciera posibles objetivos del terrorismo de estado. Tampoco teníamos contacto con gente que tuviera familiares víctimas de atentados de la simplificadamente llamada “guerrilla” (término usado para meter a todos los objetivos de la represión dentro de una misma bolsa). O sea, se compraba la propaganda oficial profusamente difundida por los medios masivos de comunicación sin posibilidad de contrastar la realidad contada por los que de alguna u otra manera habían sufrido pérdidas del 70 en adelante.

Hago esta aclaración porque es indudable que no vivió de la misma manera su adolescencia quien tuviera algún familiar detenido-desaparecido que quien lo hubiera perdido en algún atentado ni quien, como la mayoría de mis amigos y yo, vivía un contexto familiar de desconocimiento general de los pormenores que vieron la luz con la vuelta a la Democracia.

De allí que para la mayoría de mis amigos y compañeros de colegio la caída del régimen militar y la vuelta a la Democracia en el 83 nos agarró con mas o menos 18 años y lo vivimos como quien sale de un cuarto en penumbras a un patio a la plena luz del sol. Quedamos cegados, anonadados, sorprendidos, perplejos, confundidos; con una necesidad de saber qué pasó, revisando por qué nunca nos enteramos de nada y peleando en nuestro interior para no hacer responsables a nuestros mayores de habernos mantenido en ese cuarto oscuro, casi tenebroso, del cual sentimos que salimos de golpe y mal preparados.

Sin entender, tal vez, que esa actitud/realidad de nuestros padres posiblemente hubiera sido su forma de preservarse del dolor que producía ser consciente de lo que se vivía por aquellos años y que sin lugar a dudas nos permitió estar vivos (y tenerlos vivos a ellos) para entender la historia y tratar de cambiarla para que no nos tocara en algún momento de nuestras vidas ser cómplices de tanta muerte, tanta mentira y tanto dolor.

Me tocó comprar que los argentinos éramos derechos y humanos cuando en realidad los que detentaban el poder (militares y civiles) eran ladrones, asesinos y torturadores ya sea por acción directa o por permitirlo y los argentinos, como sociedad, una manga de pelotudos.

Y en esa sociedad crecimos los que ahora tenemos hijos adolescentes. Menudo desafío por delante ¿no?

11 de febrero de 2009

Nuevo Colegio

Se presentía difícil 1978.

Y no hablo del Mundial de fútbol ni de Michel Platini hablando de lo que era un secreto a voces sobre que en Argentina había campos de concentración ni de que casi entramos en guerra con Chile por el diferendo limítrofe del Canal de Beagle.

Tenía menos conciencia social la sensación. Iba a cumplir 13 años, ya había pasado el examen de ingreso y tenía que empezar primer año en el Colegio Nacional de Banfield (CONABA para los que aprendimos a amarlo). Nuevos compañeros, 11 profesores, educación pública pero en una institución que intentaba mantener cierto criterio de excelencia, el mito de que “ahora sí había que estudiar en serio” y un vicerrector que sería mi padrino de Confirmación, por lo que tendría la responsabilidad extra de “no hacerlo quedar mal”.

El CONABA se había fundado hacía pocos años y funcionaba en una casona inglesa a la que se le habían agregado aulas en el patio trasero ampliando las instalaciones originales. Era un colegio dónde se encontraba bastante contención, identificaban al alumno más por el nombre que por el apellido y con una mística bastante especial que se basaba en la participación de los alumnos en obras de infraestructura que se requirieran y que heredaba las ganas de mantener el uso del uniforme tradicional del blazer azul y pantalón gris para los varones y el delantal blanco tableado para las mujeres como una manera de identificación. Como si eso fuera poco, el altillo de la casona se había acondicionado como un teatro y funcionaba un grupo vocacional (casualmente llamado “El Altillo”) donde se podía asistir a clases de teatro y a algún que otro taller de dirección y puesta en escena.

El primer día de clases ya sabía que mis compañeros de primaria que seguirían en este mismo colegio habían ido a parar a las otras 3 divisiones excepto 2 chicas, una de las cuales sería amiga por años y me generaría algún que otro problema años después. La otra me había tenido absolutamente enamorado durante 7mo. Grado, y por más que se lo expresara hasta el cansancio el rechazo había sido permanente.

La semana anterior al inicio de clases un ex-compañero me había avisado de la intención de esta chica de aceptar mi propuesta de “salir” (eufemismo de ponerse de novios en época de pubertad). Pero yo ya había decidido que iba a prestar atención a lo que me deparaba el destino a partir de tener nuevas compañeras de colegio a pesar de la pesada timidez que me tenía a mal traer a la hora de conocer personas.

10 de febrero de 2009

Evolución

"Cambia, todo cambia" dice la canción.

Y sin darme cuenta, la idea original del por qué este blog cambió. Y la imagen del rancho y los cascotazos me parece acorde a lo que intenta ser este lugar.

Cada post es una construcción. Y si se encadenan unos con otros, serán etapas de una construcción mayor.

Y hay posteos que son (y serán) cascotazos del tipo catártico.

Y los comentarios sin duda son como cascotazos. Algunos querrán demoler la construcción mientras que otros (prácticamente todos hasta ahora) ayudarán a probar su resistencia y hasta la reforzarán.

Entonces como no elegir el rancho como el elemento construído.

En fin, no me cerraba ya el nombre del blog y esta idea me gustó. Espero que lo que viene también sea del agrado de quienes pasen por acá y que se animen a sumar su pedacito de piedra al pedregullo del patio.

Gracias a los que vienen desde hace un tiempo y me acompañan. Bienvenidos los que lleguen y se sumen.

2 de febrero de 2009

Reiniciando el sistema

Y sí, acá estamos terminando de reiniciar el sistema operativo de este hardware que tanto necesitaba el reset vacacional.

Si bien es cierto que todavía se están instalando algunas actualizaciones imprescindibles para que el funcionamiento de este baqueteado software de aquí en más se vea optimizado, las funciones esenciales están operativas y permiten reconocer que ante la humana imposibilidad de actualizar el hardware salvo casos extremos, nos vemos obligados a mantener bien refrigerada la CPU con ese ventilador adicional que es el desenchufe absoluto de toda actividad habitual y/o permanente.

Y comparando este hardware de carne, hueso y no sé qué porcentaje de agua dicen las publicidades en boga (que debemos mantener en el mejor estado posible para que nos dure sin ningún upgrade) con las computadoras tan rápidamente obsoletas, no queda otra que desechar la teoría con la que creció mi generación a partir de HAL9000 primero y Skynet después (2001 Odisea del Espacio y Terminator respectivamente) acerca de que las computadoras prevalecerían por sobre el ser humano y empezar a darle crédito a la inquietud de la generación de mis hijas que empiezan desconfiar de la pasividad y la supuesta estupidez manifiesta de las palomas, las cuales, sin dudas, están tramando algo…